Pablo Correa

Copenhague versus Caracas

Por: Pablo Correa | Publicado: Lunes 2 de febrero de 2015 a las 05:00 hrs.
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Siendo el primer lunes de febrero, podríamos hablar de la lectura perfecta y livianita para la playa. Pero dada la magnitud y velocidad de las reformas y cambios estructurales que Chile está viviendo, prefiero comentar un "ladrillo", un libro que es tal vez un tanto grande y pesado como para ser el acompañante perfecto en vacaciones, pero que parece escrito a la medida del Chile de hoy.


Se trata de Political Order and Political Decay, del influyente politólogo norteamericano Francis Fukuyama. En él, el autor trata de responder el cómo –desde un punto de vista político y de diseño institucional- un país cualquiera...pensemos por ejemplo en...¡Chile!, logra construir una sociedad democrática, próspera, segura y bien gobernada. Claramente este es un proceso, una transición desde esquemas sociales más básicos, feudales, patrimoniales, autoritarios y centralistas, hasta llegar a lo que hoy llamamos una "democracia liberal". Fukuyama expone como esas constantes transiciones -en casi todos los casos- implican el riesgo de que el camino en vez de avanzar hacia el "orden político", termine logrando lo contrario, lo que el autor llama la "decadencia" o descomposición del mismo.


Desde su "fin de la historia" de 1989, la tesis de Fukuyama se mantiene en pie: el capitalismo y la democracia liberal es la mejor forma de organización sociopolítica y la única compatible con sociedades desarrolladas y prósperas. Lo que ha cambiado desde entonces es que la alternativa contrapuesta –el socialismo de la Guerra Fría- hoy ha sido reemplazada por crisis de legitimidad de las democracias, que no son sino un reflejo de la decadencia política. Para Fukuyama, ya no hay que lidiar con las superestructuras socialistas, sino con fuerzas propias e internas de la democracia que debilitan y finalmente corrompen el orden liberal. Para evitarlo, los pilares -las primeras y últimas líneas de defensa- son la existencia de una Estado fuerte y eficaz, restringido a su vez por el imperio de la ley y la vigilancia (accountability) de la misma democracia.


La tesis del ciclo virtuoso postula que, posteriormente, un Estado eficaz logra la extensión de las clases medias, quienes serán el soporte esencial de la democracia frente a la captura de grupos de interés, ya sean los muy ricos o los muy pobres, tentaciones oligárquicas o populistas. En resumen, el argumento de Fukuyama es centrado: la clave del éxito reside en el balance entre un poder Ejecutivo centralizado apoyado de una burocracia o servicio civil competente y, por otro lado, controles jurídicos y transparencia. Esta "pugna" constante evita que el poder político se acomode, lo fuerza a renovarse para tener legitimación política.


Hasta acá el enfoque es optimista. La pregunta es por qué entonces no todas las sociedades llegan a ese resultado. La respuesta está en dos procesos: (i) el actual declive de las clases medias (y por lo mismo del control democrático) producto básicamente de cambios tecnológicos, y (ii) la decadencia de las democracias liberales como consecuencia de la corrupción, la captura del Estado por parte de elites, su pérdida de eficacia, legitimidad y posterior paso al populismo.


Personalmente, mi visión está lejos de ser optimista. El control democrático de nuestras clases medias es bajo. Vimos cómo se reformó el sistema electoral sin corregir ninguno de los problemas de legitimidad del anterior y, aún más, distorsionando en mayor medida la igualdad del voto. La percepción sobre la eficacia del Estado es baja y las políticas públicas siguen concentrándose más en el nivel del gasto que en su eficiencia. Más aun, no tenemos ningún tipo de carrera civil. Por otra parte, la clase media, que si bien ha crecido en millones de personas, se siente atrapada entre un mercado en el que no puede confiar y en un Estado que no le provee los servicios que necesita.


Les recomiendo a Fukuyama. Es un libro tal vez un poco pesado, pero que trata de responder probablemente una de las interrogantes más relevantes que todos nos debiéramos hacer hoy. ¿Qué buscamos para nuestra democracia? ¿Ser como Copenhague? ¿O ser como Caracas?

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